miércoles, 7 de septiembre de 2011

La gran brecha social española

Terrible dato con el que he dado zambulléndome por Twitter. Al parecer, según esa información, que me creo a pies juntillas, las grandes fortunas pagan los mismos impuestos en nuestros país que los mileuristas. http://centrodenoticiasalternativas.wordpress.com/2011/09/06/los-mileuristas-pagan-tantos-impuestos-como-las-mayores-fortunas-de-espana/ (ver enlace). Eso es demoledor, contraproducente para el mantenimiento de un estado de bienestar que alarga las diferencias entre las clases medias.

   La cosa es que ahora, en pleno debate sobre la recuperación del impuesto de patrimonio (derogado por el Gobierno de ZP en 2007 porque supuestamente perjudicaba más a la clase media), los más ricos de nuestro país no arriman el hombro como debieran. Para conseguirlo, utilizan triquiñuelas legales para burlar al fisco, como la de atribuir sus bienes a las empresas que regentan para que sean éstas las que carguen con los impuestos. Precisamente las empresas tienen un gravamen diferente al de las personas jurídicas, mucho más flexible, con el fin de ayudar a los emprendedores.

  Pero hay muchos trucos y de diversa índole. Un clásico es el de evadir impuestos a través de paraísos fiscales. Tributar en Andorra (con una baja tasa impositiva) se ha convertido en un recurso utilizado por toda clase de ricos, desde empresarias de enjundia a deportistas, pasando por artistas de relieve. El Estado, hambriento de recaudación pública para financiar su deuda, se las ve y se las desea para evitar este mal.

  Y no hablemos de otro muy recurrido, los testaferros. Al más puro estilo Capone, sin olvidar la casposidad dejada en Marbella por los Roca, Muñoz, Pantoja, etc., los magnates y dueños de toda clase de emporios, curiosamente tienen un patrimonio registrado a su nombre irrisorio. Algunos, célebres por casos de corrupción como Francisco Correa en 'su' Gürtel, han creado una órbita de personas a su alrededor  propietarias ante la ley de sus bienes, pero paradójicamente, el empresario, el mismo que ha construido ese crisol de empresas, apenas posee un pequeño capital o un simple coche.

   Como muestra que resume todo lo expuesto, un botón, extraído del documento citado anteriormente: en España solo hay registradas 3.000 personas que ganen más de un millón de euros. Sencillamente imposible. Qué me dicen de la mayoría de futbolistas de Primera división y la gran casta de súper empresarios, algunos ligados al ladrillo, que al calor del 'boom' inmobiliario en años de bonanza se han 'forrado' de lo lindo. Y todo ello sin pasar por otra casta ahora muy puesta en el ojo de mira, los políticos.

   En países como Francia y EEUU, sus grandes fortunas se decidieron hace algún tiempo a echar una mano a sus maltrechas economías pagando más a Hacienda. La nuestra,  lo debate. Curioso. Lo que no debaten, en cambio, es la gran explotación que roza la esclavitud y la servidumbre a la que somete a buena parte de sus trabajadores. Amparados en la excusa de la crisis y la gran demanda de empleo existente (paro superior al 20 por ciento, y según la Encuesta de Población Activa (EPA), rozamos el umbral de los cinco millones de desempleados), no les tiembla el pulso para, en ocasiones, amenazar con el despido a sus empleados si no rebajan su sueldo, trabajan más horas o renuncian a sus vacaciones. Los chantajes, a veces, llegan a ser tan crueles que uno no puede permitirse una baja por enfermedad. Y como hay tanto parado, otro vendrá para aceptarlo a regañadientes. Por si fuera poco, ahora un trabajador puede encadenar hasta la extenuación contratos temporales sin la posibilidad de ser indefinido. A la estabilidad laboral bien podríamos ponerle la lápida. DEP.

   Con ese panorama, ¿dónde están los sindicatos? Éstos, debilitados por la pérdida de poder ante la cada vez mayor creencia de que dar el timón a los patronos para capitanear la salida de la crisis, han visto como  sus reivindicaciones han quedado caen en saco roto, relegadas a un papel secundario, más parecido a una queja, lloro o lamento. Nuestros representantes obreros, que no siempre predican con el ejemplo (poseen un largo historial de mala praxis con subvenciones, tal y como ocurriera con los casos de los ERES de Andalucía y Mercasevilla), tienen poco radio de acción. El ejemplo está con los sapos que han tenido que tragar con las recientes aprobaciones de la reforma laboral, la de jubilación y la de la Constitución.

   Las grandes fortunas deben actuar sin ambages por desembolsar algo de sus acaudaladas arcas en aras al 'rescate' de su patria, y de paso, ceder un poco de su trono en las influencias sobre las decisiones gubernamentales. Y como me temo que esto segundo no sucederá, quizá estemos ante el reforzamiento del neoliberalismo. Ellos mandan, ellos gobiernan. Los políticos, contemplan, callan, obedecen y se llenan los bolsillos.

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