domingo, 12 de febrero de 2017

Prepárate: cuando lleguen los robots, adiós al dinero

¿Te imaginas vivir sin dinero? Te animo a que hagas conmigo este excitante ejercicio de ensoñación sobre un mundo en el que no exista la economía, tal y como ahora la tenemos concebida. Para ello, necesitamos hacer un esfuerzo de ideal pragmático, dejando de lado el prejuicio ideológico, cultural y religioso. Si no, no interpretarás bien lo que quiero decirte en estas líneas.

¿Y cómo sería? Entiendo que es casi imposible de imaginar. Quizá lo primero que nos llega a la cabeza es el trueque como intercambio de bienes o servicios como alternativa. Pero... ¿y si esos bienes o servicios ya se dieran por sentado? ¿Tendría en este supuesto sentido el dinero? Hagamos para determinarlo un relato que integre un poco de Regreso al futuro con un poco de Terminator.

El modelo T-800, conocido como 'Terminator' en la película de James Cameron


Es innegable que estamos viviendo un proceso de Revolución Tecnológica (lo destaco en mayúsculas por que es de facto un hecho histórico, comparable al de la Revolución Industrial). Y a diferencia de las revoluciones anteriores (la industrial y la de comunicación) va a una velocidad infinitamente superior.

Si a finales del siglo XX, en los años 90, vivimos el comienzo de la Revolución de la Comunicación, hoy podemos dar por sentado su éxito, apenas una década despúes de ver la luz. Cuando el teléfono se inventó, tardó nada menos que 70 años en llegar a 50 millones de usuarios. Internet, con la última revolución vivida (la de la comunicación), se ha expandido a una velocidad jamás vista. A día de hoy son miles de millones los usuarios interconectados en todo el mundo, con acceso "libre" a todo el conocimiento.

Primer prototipo de teléfono

Estamos viviendo, por tanto, la revolución de las revoluciones. Es decir, asistimos a un proceso de aceleración de los cambios, y que como todo cambio, suscita adaptación, y toda adaptación, drama. La revolución que ya está aquí, y que amenaza con sacudir nuestros convencionales modelos de vida, es la tecnológica. Y créeme, ésta será más poderosa, más rupturista y por consiguiente más dramática de lo que podamos imaginarnos.

¿Quién le hace ascos a las historias de ciencia ficción? En muchas de ellas (me viene a la cabeza Terminator) nos describen un futuro donde predomina la robótica en todas las áreas sociales y económicas. Robots en la comunicación, el transporte, cualquier tipo de necesidad asistencial, la gestión burocrática, etc. ¡Todo!

La Revolución de la comunicación, la crisis y el resurgimiento populista

Esa potente invasión, que al llegar sin apenas una escala gradual, provocará un caos social, político y económico que engendrará un drama global de colosales proporciones. Y con esto no te digo que esté en contra, sino todo lo contrario: sólo pretendo hacerte a la idea.

Dentro de no pocos años, la Revolución Tecnológica traerá consigo la desaparición en masa de puestos de trabajo. Los robots y cualquier otro tipo de proceso de automatización hará prescindible el servicio y la labranza de millones de trabajadores de todo el mundo. Especialmente vulnerables son aquellos que apenas requieren cualificación; es decir, la inmensa mayoría.

En países como Japón, Corea del Sur y todos aquellos que han apostado con determinación por la industria tecnológica, sufrirán menos los estragos de los procesos automatizados en los centros de trabajo. Todos los demás -una apabullante mayoría- lo sufrirán de una forma atroz.

Hasta aquí parece que es previsible ese horizonte temprano. Todo lo que pueda suceder, dependerá del modelo ideológico GLOBAL (sí, en mayúsculas) que adoptemos para hacer frente a este potente y radical cambio.

La globalización, hasta hace solo un par de años, se daba por consolidada. Pero su proceso no se ha completado, y las herramientas que usa para su instauración definirá se han vuelto en su contra.

La grave crisis económica mundial ha hecho florecer en las grandes potencias un profundo malestar social que ha desembocado en el resurgimiento de ideales populistas que se han readaptado al siglo XXI. Parece irónico, pero la Revolución de la Comunicación, la antesala de la tecnológica, ha fortalecido los lazos entre grupos ideológicos geográficamente distantes. Y éstos han conseguido lo que antes era imposible: unirse. 

Esa interconexión se nutre de las bondades que brindan herramientas como las redes sociales. Recuerda que, cuando internet comenzó a acapararlo todo, nos dijeron que uniría el mundo. Ahora vemos que lo que unen son solo ideales, cada vez más atomizados. La gente no se comunica porque sí, lo hace buscando afinidades.

Esto, en el terreno político, implica que si antes los populismos y todas las ideas y credos quedaban relegadas a múltiples rincones diseminados por todo el globo, hoy pueden conectarse, adaptarse y mutar en función de los nuevos contextos. Se alimenta sin pudor de una deteriorada clase media que se aprovecha de su frustración. Echa un vistazo al Reino Unido (salida de la Unión Europea), EEUU (la llegada del radicalista Trump), Francia (previsible auge en votos de Le Pen) o la Primavera Árabe, amén de otros ejemplos caseros, que también tenemos (en España).

El populismo readaptado es la nueva amenaza mundial del siglo XXI

Internet y la crisis han devuelto, en cierto modo, la vida a esta vieja forma de pensamiento, que se crece en contextos de convulsión social. Afortunadamente, podemos tirar de historia para aventurar lo que puede suceder, pero, ¿qué pasará cuando lleguen los robots?

Los robots y la muerte de la clase media

Ya te he dicho, que los procesos de automatización pueden ser infinitos. Es cierto que a pesar de la premura revolucionaria con la que llega es inaudita, tiene también su propia escala evolutiva. Primero afectará de lleno a todos los empleados con cualificaciones bajas. Aquellos trabajos en los que un empleado pueda ser sustituido por una máquina será erradicado. Y eso se traduce en millones. Aquí también podemos tirar de historia. La implantación de la Revolución Industrial en el siglo XIX también supuso la sustitución de máquinas por personas en numerosos puestos de trabajo, especialmente en la automoción. ¿Qué ocurrió entonces? Hubo revueltas. En el Reino Unido, cuna de esta revolución, fueron aplastadas por el ejército. Hoy en día, con las democracias y ciertos derechos civiles consolidados, resulta más complicado aplicar una respuesta similar.

Ilustración con fábricas de la Revolución Industrial en Inglaterra


Pero la tensión podría ir en aumento. Solo quedarán a salvo de la quema los puestos de trabajo en los que sea necesaria la creatividad y la gestión para procesos complejos en la elaboración de nuevos materiales, proyectos o instalaciones. Te recomiendo leer las reflexiones del científico Stephen Hawkin al respecto. 

De ahí hacia abajo, todo se perderá. ¿Qué pasará con ellos? Una idea, que hoy en día suma muchas voces autorizadas, es la de renta universal (en Finlandia se está experimentando con 1.000 personas). Pero, ¿se convertirán en pobres e inútiles funcionales?

La idea de la rentas universal puede ser un parche (hablaré en profundidad de esto en otra ocasión), por lo que no es una solución definitiva. El ser humano necesita una ocupación útil, y más teniendo en cuenta que mamamos desde hace un par de siglos una cultura capitalista, en la que la competitividad es un modelo de vida en sí mismo.

Los trabajados menos cualificados están abocados a la extinción

Por lo tanto, la clase media tenderá a su inexorable desaparición. Los empleados y empleadores con puestos de alta cualificación multiplicarán sus ingresos económicos, y la brecha social se abrirá sin paliativos. El verdadero drama llega aquí. Con los populismos en auge, ¿qué pasará si el descontento de la gran masa social, aquella que sustenta la economía mundial, sigue su imparable ascenso?

Asistimos a una desglobalización, un proceso concienzudo en identificar a un falso culpable de los males del mundo, en el que la desunión está triunfando, el aislamiento y la confrontación cultural. La altura de miras de las masas es muy baja, siempre orientada a señalar al vecino como el responsable de sus males. Así funciona el rebaño humano de baja cualificación, y de él se aprovechan los cualificados populistas. Lo siento, si te sientes identificado, es lo que hay.

Vuelvo a lo de antes. Si te fijas, la moda ahora es el asociacionismo de ideas minoritarias que van ganando adeptos: veganos, taurinos, antitaurinos, nacionalistas, supremacistas raciales, y otros grupos disfrazados de inocentes frikis... Te puede parecer un ejemplo muy vulgar y autóctono, pero si es así en esa pequeña escala, hazte a la idea de cómo es en otros órdenes. 

Te hablo pues de grupos y subgrupos que se replican y expanden al calor de la interconexión de ideas comunes, fijas y adoctrinantes en las redes sociales (la actualización más reciente de la Revolución de la Comunicación). Y aunque ha nacido otro fenómeno, el colaboracionismo, que parecía su opuesto, se ha quedado en una variante quasiresidual que solo opera en el transporte y al vivienda.

Por tanto, la tendencia asociacionista de ideas y credos no deja de crecer. Y lo más preocupante es que se radicaliza y busca, en muchos casos, la demonización de su antagonista. Una confrontación que aparentemente se confirma en el mundo do virtual, pero dado el ambiente agitado, empieza a traspasar al bando real. Se trata de un un caldo de cultivo convulso, encauzado en un entorno de frustración, que puede desembocar en un resultado catastrófico.

Desaparición del dinero ante la gran brecha social

Así que, cuando la robótica se haga con el mundo laboral, ¿dónde iremos a parar tú y yo? Si como te dije al comienzo eliminas por un momento tu prejuicio ideológico y te centras en el pragmático, quizás podamos converger.

Ante la radicalización del contexto social a consecuencia de la crisis económica y laboral, sólo se me ocurre la erradicación del dinero, o su confinamiento en un nuevo modelo pseudo capitalista-comunista. Capitalista porque aún mantiene estratos sociales; comunista porque, al menos se universaliza el acceso a derechos a todos los servicios sociales en un modelo transversal, donde las barreras son fácilmente traspasables.

Además, la extinción de puestos de trabajo no será tan traumática sin el valor del dinero. El trabajo, reemplazado por la máquina avanzada, hará todo aquello que pueda ser intercambiado por dinero. ¿Qué sentido tendría para por los alimentos cuando son los robots los que cosechan y cocinan por ti? El dinero no tiene sentido sin trabajo. Y si el trabajo lo realiza un ser inanimado, sin necesidades naturales, ¿qué pinta aquí el dinero? 

Los robots, por tanto, estarían a nuestro servicio, al menos en lo más básico: asistencial y alimentario. En este contexto no existirían los impuestos, o serían muy reducidos. Porque... si los robots se reproducen por sí solos, y éstos están a nuestra disposición, no será apenas necesario tributar. Porque lo que cuesta, ya no cuesta.

Un robot hace las veces de un programador al frente de un ordenador

Pero... Parece ideal, sí. ¿Y qué pasa con las propiedades? Existen los hechos consumados. ¿Qué será de aquellos que ya disponen de propiedades (muchas de ellas conseguidas fruto de un gran esfuerzo) que en sí pueden decirse que son privilegiadas o de lujo? El territorio seguirá siendo un gran punto de confrontación del que no me creo que haya consenso universal sin llegar a la sangre y el fuego. O quizá sí. En este sentido, podría cuadrar la hipótesis de la renta básica universal.

Bajo esta tesis, ¿serían sólo aquellos puestos de trabajo cualificados en insustituibles los únicos que puedan percibir compensación económica o de otra índole?

La clase media es la única que hoy en día sustenta la economía global

Estos cambios serán, como fuere, muy traumáticos. El rico querrá seguir siendo rico, y para ello necesita a una clase media en buena salud pero anestesiada, que en la actualidad ha mutado hacia una suerte de nueva esclavitud. Esto es un error: una clase media debilitada no genera demanda, y como consecuencia, merma la economía. 

Eso podría tener sus días contados si la automatización es utilizada para beneficio de todos. Pero claro, ¿cómo convencer de ese beneficio? Probablemente, teniendo en cuenta cómo funcionamos, visualizando un estado de preguerra de clases. Ten en cuenta que los ejércitos no son más que trabajadores de clase media, si es que antes no han sido sustituidos por... robots.

Los robots, ¿nos harán inútiles? Yo creo que cada cual nace con unas destrezas y un talento natural para cada cosa. La única divergencia estribará en el talento, el valor añadido, el sello que cada uno imponga a su creación.

Para un mundo así imagino una globalización completa,  bajo un gobierno global sin que merme principios culturales básicos. Todo aquello no radicalizado podría ser absorbido a esta nueva realidad. Así que, ante los nacionalismos, antes el establecimiento de diferencias, propongo laminación de las ideas viejas, las ideologías decimonónicas de supremacía cultural o económica, y al dinero.  Saludemos así a una Revolución Tecnológica bien canalizada y universal.

Otro día, si te apetece, imaginamos cómo los robots cambiarán también nuestras actuales pautas de comunicación, que de hecho, no tienen nada que ver con las de hace 15 años, cuando hablábamos cara a cara.

En poco tiempo os contaré esto tanto por video como en podcast. Cuento con vuestra participación. 

domingo, 30 de octubre de 2011

Agur a las armas


Dirigentes de ETA anunciando el fin de la violencia

ETA abandona la lucha armada. Curiosa manifestación de los etarras porque, sin embargo, siguen en la lucha y no han abandonado las armas. El significado de la frase y su intención es conocido por todos: dejarán de matar. Pero, ¿por qué siguen armados? Y que a nadie le queda duda, seguirán luchando, aunque esta vez por un vía política. Bienvenida sea esta última.

   Quise titular este artículo como homenaje al que fuera periodista y escritor estadounidense Ernest Hemingway, un amante del País Vasco y de España en general. El título de su novela Adiós a las armas, escrita en 1929, me parecía ideal como alegato en defensa de la paz. A eso le añado un agur, el equivalente al adiós en castellano, para ceñirme al territorio del Estado que más ha sufrido por la omnipresencia de esas máquinas concebidas para intimidar y matar, las armas. Una mezcla entre castellano y vasco, símbolo de lo que espero para el futuro en esa comunidad.

   Al mismo tiempo, este artículo viene muy condicionado e inspirado por el artículo de Borja Semper, líder del PP en Guipúzcoa, amenazado por la banda terrorista, publicado en El País. Confieso que me ha conmovido sobremanera y mi reflexión va dedicada a las personas que, como él, han tenido que vivir bajo la coacción, amenaza, vejación y toda clase de tortura física y anímica por parte de los terroristas y quienes les han apoyado.

   Reconozco que, como todos, me he dejado llevar por la comprensible euforia del tan ansiado anuncio etarra. Pero en frío, hay que sopesar las cosas y analizar en qué sutiación real se encuentran. Por ahora, y como me he referido antes, ETA no deja las armas, reununcia a matar, que no es poco. Pero por ello ETA ahora no es mejor ni realmente quiere la paz. Ésta no se consigue si el desarme no ha sido formalizado. Y como no ha ocurrido tal cosa, hay motivos más que suficientes para no creer en los terroristas ni aquellos que lo han permitido o alentado.

   Creo que en ETA ha elegido calculadamente (como siempre hace tanto para anunciar como para atentar) la fecha de este comunicado. A mi juicio, los etarras y abertzales que los sostienen han escogido el día 20 de octubre porque es exactamente un mes antes de las elecciones generales, que van a cambiar, salvo sorpresa mayúscula, al partido político en el gobierno. Y lo hacen porque con ello intentan dar un fuerte impulso, llevados por la marea de la falsa euforia pacifista que circula en el imaginario colectivo vasco, a los partidos políticos independentistas abertzales surgidos tras los anuncios de condena a la violencia, que no al terrorismo etarra.

   Y no abanadonan las armas, aún, porque esperan, entiendo, a los movimientos que pueda llevar a cabo el próximo partido en el gobierno, que presumiblemente será el Partido Popular, comandado por Mariano Rajoy. Éste, por si acaso, y para no dar pasos en falso, ha modulado muy bien sus reacciones. Ha pasado del activismo contra el Gobierno por la política antiterrorista al lenguaje comedido e institucional, desmarcándose de sus palabras del pasado y de las actuales de la vieja guardia del PP -véanse Aznar, María San Gil, Mayor Oreja, etc.- a las que hay que añadir la línea más férrea y dura en este sentido de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

   ¿Hace bien Rajoy? Puede que sí. En vísperas de elecciones no quiere sorpresas. Sabe que el anuncio podría beneficiar al PSOE, que en cierta manera, y aunque no lo reconozcan abiertamente, hacen suyo el éxito de la renuncia la violencia por parte de ETA. Más bien le apuntan el tanto a Rubalcaba, el candidato socialista al gobierno.

   Lo que harían mal todos los partidos, no solo los dos mayoritarios, es utulizar el anuncio en beneficio propio. Unos para ciriticar la labor del otro, y otros para apuntarse la victoria. El empuje del Estado, el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, Policía y Guardia Civil, jueces y fiscales son quienes han acorralado a ETA a su final, que aún no se ha dado de facto. Me apena ver cómo algunos de esos partidos han utilizado, a su manera, el tan anhelado anuncio para beneficio propio. Mayor Oreja sigue insistiendo que es "un apaño" entre Gobierno y ETA. Rubalcaba saca pecho por lo realizado en las dos legisltauras al frente del Ministerio del Interior. Bochornoso espectáculo que, por el caontrario, sólo beneficia a Bildu y sus correligionarios. Entre todos le hicieron la campaña a esta formación en las municipales y ahora incurren en el mismo error.

   ¿Por qué guarda ETA sus armas? Para ver qué pasa tras las elecciones generales y qué postura toma el nuevo gobierno. En el tintero etarra quedan viejas reivindicaciones como la situación de sus presos o el llamado "conflicto vasco" por la independicia del territorio al que ellos llaman Euskal Herria (incluida las Vascongadas, sometiendo a Navarra). Su arsenal sigue escondido y podrían retormarlo en función de las decisiones del futuro inquilino en la Moncloa. Como no me creo las palabras de ETA, capaces de utilizar toda la artillería retórica para no comprometerse a nada formal -ya han mentido muchas veces en el pasado-, este comunicado lo pongo en cuarentena.

   Ahora el problema ciudadano está más centrado en el paro y la situación económica que ha propiciado una grave crisis. Con ello se diluye la tentación de los políticos a utilizar el terrorismo en campaña, porque saben que la necesidad imperiosa está en que no hay trabajo y no se llega a fin de mes. Todos menos para el PNV, que ha decido mojarse en el asunto etarra hasta el cuello. Ahora piden a marchas forzadas que se cumplan las exigencias abertzales, como si fueran suyas. Con ello quieren captar al electorado radical independentista y subirse al carro del pacifismo, al cual puso palos en la rueda en el pasado, sobre todo con la ilegalización de Batasuna. A eso se le llama doble moral.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La democracia en el patíbulo

El rostro de la democracia en Estados Unidos es ajado. Vetusto y arcaico en su sistema penal, todavía hoy las normas en algunos estados de ese país, el mismo que amamantó la libertad del individuo en la historia contemporánea, son injustas y atacan al propio alma y esencia de esos valores. Ayer mismo exhaló su último aliento de vida tras recibir una inyección letal Troy Davis, un hombre negro de 42 años, acusado de haber asesinado en 1989 a un policía de raza blanca vestido de paisano. Las pruebas contra él no demostraban su culpabilidad: existía un rosario de informaciones contradictorias que no determinaban si Davis cometió el crimen. Aún así, lo ejecutaron.

   EEUU cierra una puerta más a la Declaración Universal sobre los Derechos Humanos. Una derecho supremo que debería ser infranqueable está constantemente amenazado por la América profunda. Estados como Tejas, Georgia o California siguen aplicando penas capitales. Estos graves hechos, más propios de la Santa Inquisición en la Edad Media o en estados totalitarios, encierra un debate sustancial: el derecho a a la vida, ¿debe o no ser inviolable? Dentro del mismo, subyacen otros no menos importantes: ¿Hay o no discriminación racial a la hora de aplicar estas irrevocables sentencias? Si existen dudas, ¿se debe seguir adelante con el proceso hacia el corredor de la muerte?

   Es curioso. Un debate con tantos hilos ni siquiera se ofrecería en Europa. Aquí la cuestión es distinta, centrada más en la posibilidad de implementar en el sistema penal la cadena perpétua. A nosotros, en general, nos horroriza la pena de muerte. En cambio, el 64 por ciento de los estadounidenses lo aprueba como método eficaz de justicia. Existe una creencia extendida que es ejemplarizante, basada en el ojo por ojo: quien  mata debe morir.

   Pero el caso de Davis llega muy lejos. El Tribunal Supremo in extremis rechazó el pasado miércoles el recurso presentado por la defensa del condenado. Y lo hizo sin todos sus jueces presentes, ya que algunos de ellos se encontraban de vacaciones. Resulta repugnante pensar que la vida de este hombre, presunto inocente, dependía de las vacaciones de unos jueces que no estuvieron presentes en una de sus decisiones más controvertidas. Es probable que si el Tribunal hubiese estado al completo, la sentencia final podría haber sido diferente, y quizá Davis viera un nuevo amanecer, y quizá hubiera obtenido un nuevo juicio más justo, y quizá EEUU se alejaría de una práctica tan atroz.

   Soy de los que piensan que si un Estado mata, como lo ha hecho EEUU con Davis, queda a la misma altura que un asesino. Qué mal ejemplo para la sociedad es el asesinato, desposeer de vida a quien la quita. No existe, a mi entender, asesinatos justos. Ni siquiera el de Bin Laden. Nadie derramará una lágrima por la muerte del magnicida, pero mucho me hubiera gustado que le apresaran y que sobre él recayera el peso de la ley. Dicen los expertos en defensa que eso hubiera alentado aún más a Al Qaeda, pero las cosas se deben hacer de otra manera.

   Troy Davis, antes de morir, se dirigió desde su camilla, maniatado, sabedor de la macabra suerte que le esperaba, a la familia del policía asesinado. Les dijo, una vez más, que él no mató a su ser querido. Las pruebas en su contra no eran contundentes; es más, resultaban difusas y ni tan siquiera revelaban que portara el arma homicida. Williams Sessions, antiguo director del FBI y defensor a ultranza de la pena capital, afirmó que quizá la Justicia cometía en este caso un craso error. El expresidente norteamericano Jimmy Carter, también exgobernador de Georgia (estado donde murió Troy Davis), declaró que este sietema era "injusto y obsoleto" cuando es capaz de sentenciar a muerte a un hombre sin pruebas contrastadas.

   Ya dije antes que nuestro malogrado protagonista era negro. Por abrumadora mayoría, los sentenciados a muerte en EEUU son negros e hispanos. No gozan de apenas protección legal y sobre ellos recae la desigualdad judicial. El mensaje es el siguiente: si tienes dinero y puedes defenderte, sorteas el corredor de la muerte; si eres pobre, hispano o negro, no. Este hecho, tan cierto como la vida misma, se reproduce en infinidad de películas de la industria hollywudiense, así como en libros, relatos y trabajos de investigación periodística.

   Me imagino cómo debieron ser los últimos instantes de Davis. Atado a una camilla, rodeado de tubos, cables y agujas, pudo obtener su último movimiento libre a través de sus ojos, los cuales pidieron clemencia hasta su último suspiro. Simbólica e irónicamente en su mismo estado se sigue encontrando la democracia estadounidense: en el patíbulo, en el corredor de la muerte, proclamando, implorando a los cuatro vientos la palabra que nos hace humanos: ¡¡¡libertad!!!

viernes, 16 de septiembre de 2011

Los abismos de Europa

¿Desde cuándo, mi querido lector, no ha estado Europa al borde del abismo, tal y como han alertado estos días los expresidentes González y Aznar? ¿Cuándo ha existido en nuestro continente un verdadero sentimiento de unión? A mi juicio, casi nunca. Y el historial de hechos que lo confirman, aunque comenzara con las mejores intenciones, constatan que el proyecto común solo alcanza tal consideración cuando la situación adquiere tintes dramáticos, cuando la cuerda se tensa tanto que un leve soplo la puede quebrar. Así somos en el viejo continente. Distintas lenguas, culturas, desapegos, rivalidades... Todo se conjura para desmembrar las bondadosas intenciones de su precursor, Winston Churchill, bendecidas por un aliado crucial, EEUU.

   Europa nace bajo la idea de establecer un periodo de paz duradero, tras las dos cruentas guerras mundiales. El objetivo era que volviera a ocurrir semejante atrocidad, en un vasto territorio dominado por el odio al vecino, la competitividad colonial y el liderazgo de la supremacía mundial. Mientras, otro proyecto común, el de EEUU, después de superar su propia guerra, crecía a pasos agigantados con la voluntad clara y persistente de que sin el apoyo y ayuda de todos miembros jamás conseguirían el estatus del que ahora gozan.

   Pero para articular una Europa cohesionada exenta de las cancerígenas ambiciones beligerantes de antaño, era necesario encontrar el primer peldaño de unión, y éste llegó, como no, a través del comercio.

   Las transacciones económicas, a lo largo de la historia, es lo que siempre ha unificado y fortalecido lazos entre diferentes naciones. Así que para hacer Europa había que empezar por ahí. A raiz de esa premisa, surgió la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), a la que siguió el EURATOM, en lo que a energía atómica se refiere. Esos primeros vínculos fecundaron la CEE, consolidada con la llegada del euro, nuestra moneda única.

   La senda se despejó a nivel comercial, pero no lo hizo del todo. Mil y una reticencias políticas surgieron a lo largo y acho del trayecto. Curioso es el caso de Gran Bretaña, cuna de los primeros balbuceos de la Europa de hoy, cuyo nacimiento se lo debemos a su primer ministro Churchill, se integrara a medias y dejara el proyecto inconcluso. La nación que dio luz al capitalismo no quería perder su esencia individualista ni  su propia personalidad en el mundo. Eso, unido a la partición del viejo continente entre comunismo y capitalismo en todo el periodo de la Guerra Fría, ponían de relieve las serias dificultades por las que pasaría el sueño europeo.

   La desaparición de la URSS y su influencia en la Europa del Este parecía un halo de esperanza, pero consigo trajo dramáticas consecuencias. Algunos países satélites soviéticos tuvieron serios problemas para iniciar la transición. El caso más llamativo fue el de Yugoslavia. De nuevo, quedó manifiesta la incapacidad  de sellar una herida que no hacía más que agrandarse. Tuvo que ser la OTAN, patrocinada por EEUU, quien pusiera orden -vía militar- en el mismo corazón de la Unión.

   Varios años tuvieron que pasar para que aquel país se dividira en varios estados y quedara en paz sin que la UE pudiera hacer mucho. Luego llegó la moneda única, previo paso por los exigentes compromisos adoptados en los acuerdos de Maastrich, que España, de la mano de José María Aznar, pasó con apuros, tras heredar una lamentable situación económica dejada por Felipe González. Pero el euro, no aceptado por Gran Bretaña, fue criticado desde el principio. Se le acusó como el causante de inflaciones en los países menos poderosos como España. A pesar del beneficio que ha prestado y sigue prestando, no obtuvo buena fama desde el principio y siempre estuvo en el ojo del huracán.

   Otro gran obstáculo fue la Guerra de Irak. Gran Bretaña, España y Polonia se postularon a favor de la invasión de aquél país por parte de Estados Unidos. Otro eje, el franco-alemán, al que se unió Bélgica, claramente se inclinaron por rechazarla. Queda expuesto de relieve, una vez más, el adolecimiento de una política común.

   Por si fuera poco, la creación de la Carta Magna Europea recorrió un sinuoso y tortuoso sendero de espinas. La articulación del propio texto fue vetado una y otra vez, puesto que para algunos países significaba su pérdida de poder en la Unión. España, con Aznar, creía en esta teoría. Al llegar Zapatero, dio vía libre a su continuación, aunque para su aprobación definitiva necesitaba cruzar el trámite del referéndum. En nuestro país lo pasó con más pena que gloria (escasa participación, aunque el sí fuera rotundo). Sin embargo, Francia y Holanda certificaron su defunción con un incontestable "no" en sendos plebiscitos. El proyecto empieza a derrumbarse como un castilo de naipes.

   Herida de suma gravedad, Europa se "inventa" un proceso que evita la consulta popular para hacer avanzar a una Constitución que no goza del respaldo de sus propios ciudadanos. Con el denominado Tratado de Lisboa se formaliza la Carta Magna, tan maquillada que apenas es la sombra de la original. El sentir de la calle es que no conocen apenas nada del proyecto en sí, no saben para qué sirve, ni qué beneficios les da. Una corriente mayoritaria sostiene que Europa sólo es una enorme maquinaria burocrática sin utilidad, con un parlamento que se convierte en el retiro dorado de políticos inservibles en sus respectivos países.

   Ahora, con la crisis financiera, surge un nuevo abismo. Hemos pasado tantos que seguro este también quedará atrás. Es cierto que ahora apremia más que nunca tomar iniciativas políticas. Pero en realidad estamos otra vez en el punto de partida. ¿Cómo salvamos Europa de las fauces de la depresión económica? Pues eso, como al principio, por la senda económica, siendo solidarios con la(s) pieza(s) que podrían hacer caer todas las fichas del dominó. Son los casos, primero, de Grecia, Irlanda y Portugal; y segundo de España e Italia. Los enormes déficits de estas naciones han puesto contra las cuerdas a la Unión. La idea generalizada es que si cae uno caen todos. Aunque siguen existiendo divisiones. Los hay que piensan que deben caer aquellos que podrían poner en peligro a la UE, con el estado heleno en el punto de mira.

   Lo que está claro es que después de más de 50 años, Europa sigue siendo inestable. No existen políticas comunes sólidas, ni siquiera en lo económico, ya que no estamos bajo el amparo de la misma política fiscal -la implementación del eurobono es un clamor entre los países con más deuda-. Por si fuera poco, las ayudas entre estados miembros circulan muy despacio, puesto que antes deben salvar los obstáculos de sus respectivos parlamentos. Esto ocurre ahora con el segundo rescate a Grecia, donde Finlancia, Eslovaquia y Austria no consiguen desbloquearla.

   En definitiva, un desastre que de ponerle coto amenaza con cargarse, una mez más, este idealista proyecto integrador.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Camino hacia la conciencia social

De todos es sabido que la televisión es un medio principalmente diseñado para el entretenimiento. Pero éste ha evolucionado de tal manera (o involucionado, en mi opinión), que lo que más atrae al espectador son los programas de cotilleo y aquellos concebidos para crear polémicas constantes y artificiales. Y ese estilo se ha trasvasado a otros espacios que en teoría deberían trasmitir rigor. Me refiero a los informativos, documentales y programas de investigación periodística.

   Ese formato es de mal gusto. Los recursos audiovisuales de los que se sirve (sensacionalismo en estado puro), como los utilizado en "Sálvame" y sus derivados, han conseguido traspasarse hacia otros de temática seria y rigurosa. Y la cadena que abandera todos estos cambios es Telecinco. Mírese, por ejemplo, la forma de locutar las "piezas" de los espacios de noticias. El periodista engola la voz, impostando un tono exageradamente enérgico, muy cercano al estilo que se utiliza en programas como "Vuélveme loca".

   Ya no sólo al estética queda marcada por el sello sensacionalista, puesto que ésta impregna también su esencia a los contenidos. El presentador de Informativos Telecinco, Pedro Piqueras -otrora periodista con rigor en TVE-, baña de dramatismo sus entradillas cada vez que da paso a las noticias. Adjetivos como "terrible", "espantoso", "atroz", se han convertido en sus muletillas que preceden a la información. Tanto que incluso ya es parodiado por la mayoría de humoristas de nuestro país. Y ya dentro de la propia pieza, generalmente se juega con el recurso de describir muy enfatizadamente -llegando en ocasiones a la exageración más absoluta- todo lo que se aprecia en pantalla. "Manos temblorosas, piernas que flojean. Sensaciones que se repiten en los fieles al paso de la virgen", se decía en la locución de una de sus piezas de Informativos Telecinco, dedicada a la Semana Santa. Sin embargo, la imagen no reflejaba esos matices por sí solos.

   Todos sabemos que en esta profesión, lo que es llamativo, lo que es impactante, tiene una preferencia a la hora de hacer que esa noticia sea "vendible". Pero Telecinco y su estilo van aún más lejos, dándole una nueva vuelta de tuerca: traspasar el estilo de sus programas rosas a los informativos. Su precursor fue un ahora divo televisivo llamado Jorge Javier Vázquez, cuando presentaba "Aquí hay tomate". Aquel estilo enganchó, y mucho.

   A mi juicio, otra cadena privada como Antena 3, también utiliza ese formato. Compruébese si no en su programa "Equipo de investigación". El buen trabajo que hacen, la gran labor de indagación periodística que realizan, queda bajo mi perspectiva deslucida con tanto adorno visual y sonoro, recursos utilizados para añadirle mayor dramatismo.

   Pero es precisamente Antena 3, que a pesar de utilizar esos trucos audiovisuales sin llegar al nivel sumamente sensacionalista de Telecinco, la que da visos de que afortunadamente todo vuelva poco a poco a su cauce. Y todo porque me entero que en esta semana, la cadena de Basile va perdiendo audiencia, la cual está siendo recogida por su principal competidor. "Sálvame" sigue arrastrando una audiencia brutal, como "La noria", "Vuélmeme loca" y toda ese rosario de telebasura, pero lentamente Telecinco va perdiendo terrero. El hartazgo del gran público se va manifestando. Quizá con la crisis, la gente se va preocupando cada ves más, aunque muy despacio, por los programas dedicados a la información y los debates.

   Los integrantes del movimiento 15 M, por ejemplo, destacan, entre otras cosas, por estar formados e informados, y se preocupan profundamente por una conciencia colectiva centrada en asuntos que atañen a todos. Discutible es que tengan o no razón en sus planteamientos, pero al menos se los plantean, que no es moco de pavo hoy en dúia. Quizá con todo ello estemos vislumbrando un nuevo camino hacia la vigilancia de quienes dominan la política, los negocios y los medios de comunicación. El entretenimiento es uno de los mejores inventos del ser humano, pero no cuando se usa maliciosamete para anestesiar al ciudadano con permanentes cortinas de humo.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La gran brecha social española

Terrible dato con el que he dado zambulléndome por Twitter. Al parecer, según esa información, que me creo a pies juntillas, las grandes fortunas pagan los mismos impuestos en nuestros país que los mileuristas. http://centrodenoticiasalternativas.wordpress.com/2011/09/06/los-mileuristas-pagan-tantos-impuestos-como-las-mayores-fortunas-de-espana/ (ver enlace). Eso es demoledor, contraproducente para el mantenimiento de un estado de bienestar que alarga las diferencias entre las clases medias.

   La cosa es que ahora, en pleno debate sobre la recuperación del impuesto de patrimonio (derogado por el Gobierno de ZP en 2007 porque supuestamente perjudicaba más a la clase media), los más ricos de nuestro país no arriman el hombro como debieran. Para conseguirlo, utilizan triquiñuelas legales para burlar al fisco, como la de atribuir sus bienes a las empresas que regentan para que sean éstas las que carguen con los impuestos. Precisamente las empresas tienen un gravamen diferente al de las personas jurídicas, mucho más flexible, con el fin de ayudar a los emprendedores.

  Pero hay muchos trucos y de diversa índole. Un clásico es el de evadir impuestos a través de paraísos fiscales. Tributar en Andorra (con una baja tasa impositiva) se ha convertido en un recurso utilizado por toda clase de ricos, desde empresarias de enjundia a deportistas, pasando por artistas de relieve. El Estado, hambriento de recaudación pública para financiar su deuda, se las ve y se las desea para evitar este mal.

  Y no hablemos de otro muy recurrido, los testaferros. Al más puro estilo Capone, sin olvidar la casposidad dejada en Marbella por los Roca, Muñoz, Pantoja, etc., los magnates y dueños de toda clase de emporios, curiosamente tienen un patrimonio registrado a su nombre irrisorio. Algunos, célebres por casos de corrupción como Francisco Correa en 'su' Gürtel, han creado una órbita de personas a su alrededor  propietarias ante la ley de sus bienes, pero paradójicamente, el empresario, el mismo que ha construido ese crisol de empresas, apenas posee un pequeño capital o un simple coche.

   Como muestra que resume todo lo expuesto, un botón, extraído del documento citado anteriormente: en España solo hay registradas 3.000 personas que ganen más de un millón de euros. Sencillamente imposible. Qué me dicen de la mayoría de futbolistas de Primera división y la gran casta de súper empresarios, algunos ligados al ladrillo, que al calor del 'boom' inmobiliario en años de bonanza se han 'forrado' de lo lindo. Y todo ello sin pasar por otra casta ahora muy puesta en el ojo de mira, los políticos.

   En países como Francia y EEUU, sus grandes fortunas se decidieron hace algún tiempo a echar una mano a sus maltrechas economías pagando más a Hacienda. La nuestra,  lo debate. Curioso. Lo que no debaten, en cambio, es la gran explotación que roza la esclavitud y la servidumbre a la que somete a buena parte de sus trabajadores. Amparados en la excusa de la crisis y la gran demanda de empleo existente (paro superior al 20 por ciento, y según la Encuesta de Población Activa (EPA), rozamos el umbral de los cinco millones de desempleados), no les tiembla el pulso para, en ocasiones, amenazar con el despido a sus empleados si no rebajan su sueldo, trabajan más horas o renuncian a sus vacaciones. Los chantajes, a veces, llegan a ser tan crueles que uno no puede permitirse una baja por enfermedad. Y como hay tanto parado, otro vendrá para aceptarlo a regañadientes. Por si fuera poco, ahora un trabajador puede encadenar hasta la extenuación contratos temporales sin la posibilidad de ser indefinido. A la estabilidad laboral bien podríamos ponerle la lápida. DEP.

   Con ese panorama, ¿dónde están los sindicatos? Éstos, debilitados por la pérdida de poder ante la cada vez mayor creencia de que dar el timón a los patronos para capitanear la salida de la crisis, han visto como  sus reivindicaciones han quedado caen en saco roto, relegadas a un papel secundario, más parecido a una queja, lloro o lamento. Nuestros representantes obreros, que no siempre predican con el ejemplo (poseen un largo historial de mala praxis con subvenciones, tal y como ocurriera con los casos de los ERES de Andalucía y Mercasevilla), tienen poco radio de acción. El ejemplo está con los sapos que han tenido que tragar con las recientes aprobaciones de la reforma laboral, la de jubilación y la de la Constitución.

   Las grandes fortunas deben actuar sin ambages por desembolsar algo de sus acaudaladas arcas en aras al 'rescate' de su patria, y de paso, ceder un poco de su trono en las influencias sobre las decisiones gubernamentales. Y como me temo que esto segundo no sucederá, quizá estemos ante el reforzamiento del neoliberalismo. Ellos mandan, ellos gobiernan. Los políticos, contemplan, callan, obedecen y se llenan los bolsillos.